Recomendaciones de Salinidad...

Controlar el nivel de sales de los suelos.

Para evitar que la salinidad del suelo afecte a los cultivos debemos primero conocer el nivel de sales que tenemos en el suelo.
Existen varias formas para i) Tomando muestras de suelo que corresponda a la zona radicular (generalmente 0-30, y 30-60 cm de profundidad) que se llevan al laboratorio y se analiza la conductividad eléctrica de un extracto acuoso, normalmente en el extracto de saturación. ii) Otra forma más rápida es utilizando sensores que realicen medidas directas en campo.
Existen varios tipos de sensores que pueden ser utilizados en la gestión del riego en zonas afectadas a la salinidad. Las mediciones realizadas con estos sensores pueden ser almacenadas en un dispositivo de almacenaje (datalogger) y/o enviadas directamente a algún sistema desde el cual se puede realizar un seguimiento detallado de la humedad y la salinidad del suelo a diferentes profundidades. Consultando esta información se puede manejar el riego de forma que se minimice tanto el stress hídrico como el salino de los cultivos.

Sensores 5TE (salinidad, temperatura y humedad), y 10 HS (humedad) de Decagon instalados en el suelo de una parcela Sensores 5TE (salinidad, temperatura y humedad), y 10 HS (humedad) de Decagon instalados en el suelo de una parcela, y conectados a un datalogger

Figura 1. Sensores 5TE (salinidad, temperatura y humedad), y 10 HS (humedad) de Decagon instalados en el suelo de una parcela (izqu.), y conectados a un datalogger (drcha).

En caso de que existan evidencias de haber una elevada variabilidad espacial de los niveles de sales en el campo, existen sondas de tipo electromagnético (EM38) de fácil transporte que permiten determinar esa distribución espacial de las sales.

Lavados de las sales del suelo.

La única forma de eliminar las sales del suelo es mediante la práctica de los lavados del suelo. Estos lavados se realizan mediante aplicaciones de dosis de riego elevadas que desplazan las sales a través del suelo hacia horizontes profundos lejos del sistema radicular del cultivo y donde puedan ser evacuadas por los drenajes. Para estimar las dosis de riego que laven las sales hasta unos niveles tolerantes para el cultivo se utiliza el concepto de fracción de lavado (FL).
Esta fracción de lavado (FL) se define como la cantidad de agua que se drena fuera de la zona radicular en relación con el agua aportada en el riego.

FL = Drenaje/Riego

Para estimar esta fracción de lavado debo primero conocer los principales términos del balance de agua del cultivo (evapotranspiración, lluvia, riego, drenaje). En la figura 2 se muestran esquemáticamente estos términos. Como el drenaje es de difícil cuantificación, podremos estimarlo mediante el uso de modelos de simulación sencillos o con un simple balance de agua en el que se dispone del resto de los términos del balance.

Esquema de los principales términos del balance de agua en un campo de cultivo

Figura 2. Esquema de los principales términos del balance de agua en un campo de cultivo.

De forma práctica, para recomendar la dosis de riego necesaria para lavar las sales del suelo a unos niveles adecuados se utiliza el requerimiento de lavado (RL). Este requerimiento se define como la fracción de lavado (FL) mínima que se debe alcanzar para que se laven las sales del suelo hasta unos niveles en los que el cultivo se vea poco afectado (generalmente una reducción de la producción menor al 10% de la producción considerada como normal).

Para calcular el riego que consiga esa fracción de lavado se debe tener en cuenta la calidad del agua de riego (concentración de sales y composición química), la cantidad de sales que se quieren lavar, el tipo de suelo, la demanda de agua del cultivo, la tolerancia del cultivo y el sistema de riego.

Todos estos factores se tienen en cuenta en la aplicación DSS-SALTIRSOIL, mediante la cual se pueden calcular de forma sencilla las dosis de riego que minimizan la acumulación de sales del suelo. La aplicacion DSS-SALTIRSOIL se puede utilizar online en este portal web AGROSAL previa solicitud de registro como usuario en la pestaña de "Contacto". Si ya está dado de alta y dispone de nombre de usuario y contraseña puede acceder a esta aplicación accionando este botón.

 

Utilizar cultivos, variedades y/o portainjertos más tolerantes a la salinidad.

La salinidad del suelo afecta de forma diferente a los cultivos. Hay cultivos más sensibles (cítricos, lechuga, patata etc.) los cuales son poco productivos a moderadas concentraciones de sales en el suelo. En cambio, hay otros cultivos más tolerantes que, en condiciones de elevada salinidad, alcanzan rendimientos altos de producción (palmera, algodón, cebada etc.). Por ello, plantar cultivos más tolerantes es una estrategia a seguir en zonas de elevada salinidad en las que el manejo de riego no pueda solventar el problema. Otra estrategia recomendable para minimizar el efecto de la salinidad en cultivos leñosos es utilizar patrones que reduzcan el efecto de la salinidad en la parte aérea. En el cultivo de cítricos sensibles a la salinidad, éstos suelen injertarse sobre patrones más tolerantes que permitan alcanzar altos rendimientos en condiciones de salinidad moderada. En la siguiente foto se puede observar el efecto del portainjerto en el grado de afectación por salinidad para un cultivo de caqui. Para conocer la tolerancia de varios cultivos visite el apartado de tolerancia de cultivos de esta web de AGROSAL accionando el siguiente botón.



Caquis de la variedad rojo brillante afectados por salinidad

Figura 3. Cakis de la variedad rojo brillante afectados por salinidad.
El de la izquierda injertado sobre virginiana en comparación con el de la derecha injertado en lotus.

Instalación de drenajes superficiales o subterráneos.

En el caso de intrusión salina y/o niveles freáticos elevados, o en suelos con texturas pesadas (arcillosas) y donde haya que realizar lavados frecuentes de sales se recomienda establecer una red de drenajes y/o mantener en buen estado de las existentes (zanjas, drenes etc.). La instalación de una red de drenajes consiste en enterrar tubos porosos a cierta profundidad del suelo (ver figura 4) que recojan el agua de drenaje con las sales disueltas y las evacuen fuera de los campos de cultivo. Otra modalidad es la apertura de zanjas en el campo que sirvan para recoger las aguas de drenaje y las evacuen fuera del campo. En la figura 5 se muestra la salida de uno de los drenajes hacia zanjas que evacuan estos excedentes de aguas cargadas con sales provenientes de los lavados de los campos de cultivo.

Esquema explicativo del balance de agua en un cultivo leñoso con instalación de tubos de drenaje

Figura 4. Esquema explicativo del balance de agua en un cultivo leñoso con instalación de tubos de drenaje.

Salidas de drenajes en cultivos de cítricos en la zona de Almenara (Castellón) Drenaje tipo zanja en cultivo de tomate en la zona de Almenara (Castellon)

Figura 5. Salida de drenaje en cultivo de cítricos, y de tipo zanja en tomate en la zona de Almenara (Castellón).

Cambio de sistema de riego a goteo.

La facilidad con la que un sistema de goteo permite gestionar el agua de riego posibilita un mejor control de la salinidad del suelo. Este sistema de riego permite aplicar el riego más de forma más frecuente y a bajas dosis. Por lo que se favorece que la zona del suelo donde se desarrollan las raíces se mantenga con un elevado contenido de agua. Esto produce una reducción del estres hídrico, y a la vez, mantiene una concentración salina uniforme. El mayor inconveniente de este sistema de riego es precisamente el que acarrea su elevada eficiencia. Esta eficiencia produce una elevada concentración de sales en la zona externa del bulbo del goteo. La concentración de sales de esta zona externa del bulbo no afectará al cultivo mientras las raíces se desarrollen dentro de la zona del bulbo como se observa en la siguiente figura 6. Este hecho debe tenerse en cuenta si se desea aplicar técnicas de riego deficitario en zonas problemáticas por salinidad, ya que las sales concentradas en la parte externa del bulbo podrían afectar a la zona radicular y, por consiguiente, al cultivo. De la misma forma, en caso de que se produzcan lluvias moderadas se corre el riesgo de que estas sales concentradas en el borde del bulbo penetren en la zona radicular afectando igualmente al cultivo. En este caso se recomienda seguir regando, a pesar de la lluvia, para contrarrestar este efecto.

Concentración de sales en riego por goteo Riego por goteo

Figura 6. Esquema y foto de la distribución de sales en el bulbo de un riego por goteo.

En caso de no disponer de un riego por goteo, la estrategia a seguir para un riego a manta o por surcos es aumentar la frecuencia y reducir las dosis de riego. De esta forma la humedad del suelo se mantiene uniforme cercana a la capacidad de campo e incluso por encima de este punto y se evitan que se concentren las sales en la solución del suelo. De esta forma se consiguen dos propósitos: se minimiza el estrés hídrico de la planta ya que se facilita la disponibilidad del agua al sistema radicular, y se evitan concentraciones elevadas de sales en la zona radicular. Esta estrategia se puede combinar con algún riego más abundante que lave las sales hacia horizontes más profundos lejos de la zona radicular. Pero siempre asegurándose que el suelo dispone de un buen drenaje, ya que, de lo contrario, las sales acumuladas en horizontes profundos pueden ascender por capilaridad hacia la zona radicular.

Nivelar adecuadamente el suelo para mejorar la uniformidad de distribución del agua de riego.

Un suelo bien nivelado mejorará la uniformidad de la aplicación del agua de riego y, con ello también mejorará la efectividad del lavado de las sales. Una mala distribución del agua de riego hace que se concentren las sales en las zonas elevadas donde la dosis de agua es menor y por lo tanto el lavado de sales también es menor.

Aplicación de un riego por surcos en un campo de lechugas.

Figura 7. Aplicación de un riego por surcos en un campo de lechugas.
(Foto cedida por Carlos Ramos)

Realizar una plantación en mesetas que evite los niveles freáticos elevados.

Una estrategia común en las zonas con niveles freáticos elevados, en los que la acumulación de sales proviene de las aguas freáticas, es la plantación del cultivo en mesetas elevadas entre 0.5 y 1 m sobre el nivel del suelo. Esta estrategia persigue evitar que los niveles freáticos puedan alcanzar la zona radicular. En lo alto de la meseta es donde se instala el sistema de riego por goteo, como se puede observar en la siguiente figura 8.

Concentración de sales en riego por goteo Riego por goteo

Figura 8. Esquema y foto de un cultivo en mesetas.

Hacer una distribución de la plantación en las zonas de la parcela donde la salinidad es menor.

En cultivos hortícolas es común acaballonar el terreno y plantar en la parte superior del caballón. Las sales tienden a acumularse donde la microtopografía de la parcela favorece la evaporación del agua del suelo. Por ejemplo, en un riego con surcos las sales tienden a concentrarse en las partes altas del caballón, por lo que la plantación debe realizarse evitando estas zonas, según se observa en la siguiente figura 9.

Esquema de la distribución de sales en un cultivo en caballones Distribución de sales en un cultivo en caballones

Figura 9. Esquema y foto de la distribución de sales en un cultivo en caballones.

Mejorar las propiedades físicas del suelo que facilite el lavado de sales.

El disponer de un buen drenaje del suelo, que facilite el transporte y la evacuación del exceso de sales disueltas en el agua, es básico para poder cultivar en zonas con problemas de salinidad. La mejora en las propiedades físicas del suelo se puede realizar mediante la aplicación de abonos orgánicos (estiércol, purin, etc. figura 10). De la misma forma, si existe alguna capa de suelo compactada y/o encostrada que impida el flujo de agua a través del suelo se puede resolver con la realización de un subsolado profundo capaz de romper esa capa (figura 11).

Estercoladora

Subsoladora

Fig. 10 Estercoladora.
(foto tomada de http://hobbyhorseranch.com/).

Fig.11. Subsolador.

Mejorar la calidad del agua de riego con la que realizar lavados de las sales de suelo.

El disponer de un agua de riego con menor contenido de sales mejorará la eficiencia en el lavado de las sales del suelo, ya que con menores dosis de riego se podrían lavar mayor cantidad de sales. De la misma forma, si se riega con aguas de mejor calidad se aplicarán menores cantidades de sales por lo que el riesgo de acumulación en el suelo es menor. En caso de disponer de dos tipos de aguas de diferente calidad, éstas se pueden mezclar para obtener el volumen suficiente de agua para el riego con una calidad intermedia entre las dos aguas disponibles. Por ejemplo, un agua de mala calidad proveniente de un acuífero salinizado (CE = 4 dS/m) mezclada con un agua de depuración con una conductividad eléctrica CE= 1.5 dS/m a partes iguales, daría un agua de salinidad CE = 2.75 dS/m intermedia entre ambas .

Cubrir el suelo con algún tipo de acolchado o mulching.

La utilización de algún tipo de cobertura del suelo, ya sea de tipo inorgánico (plásticos, materiales geotextiles etc.) u orgánicos (residuos de cosecha, paja, corteza de pino etc.), evita que se pierda el agua del suelo por evaporación, por lo que se reduce la concentración de las sales en superficie y, con ello, el efecto de la salinidad. A las sales "les gustan los suelos desnudos". Otro efecto positivo es la mejora de las condiciones de crecimiento del cultivo que ofrecen estas coberturas que atenúan los cambios térmicos que se dan en el suelo, y que incluso pueden inducir una precocidad en la cosecha del cultivo. El acolchado o "mulching" más usual entre los agricultores es el plástico o los tejidos geotextiles. En la figura 12 se aprecia un acolchado geotextil colocado en una plantación de granados cubriendo la línea de goteros.

Acolchado geotextil en un cultivo de granados con riego por goteo

Figura 12. Acolchado geotextil en un cultivo de granados con riego por goteo

Utilizar un fertilizante con bajo índice de sal.

Los fertilizantes son sales minerales, por lo que en la planificación del abonado de un cultivo en condiciones de salinidad, debe tenerse en cuenta la salinidad que aporta cada fertilizante. Para ello se debe conocer su índice de sal. Cuando el índice del fertilizante es alto y la dosis es elevada se recomienda: o utilizar otro fertilizante con menor índice, o fraccionar la aplicación. También se debe tener en cuenta su composición química, de forma que, en cultivos que hayan mostrado toxicidad a ciertos elementos se eviten abonos que los contengan. Por ejemplo, en cultivos que muestran toxicidad por cloruro en sus hojas hay que evitar aplicar fertilizantes que estén basados en el cloruro (como por ejemplo, el cloruro potásico que se incluye en muchos abonos combinados, binarios y ternarios).